lunes, 12 de noviembre de 2007

Movimiento

Viael andó, saltó, corrió. Las habilidades para desplazarse que estaba aprendiendo le resultaban muy emocionantes, después de tantísimo tiempo durante el que no podía cambiar su rumbo. Ahora podía ir donde quisiera, y se preguntó que habría fuera del enorme cráter en el que estaban.

Comenzó a moverse hacia los límites de esa zona, pero en un momento giró la vista y vio a su compañero. Le miraba con ojos compungidos y trataba de alargar la mano hacia él. Aprendió sobre la empatía al descubrir que cuando quien había sido su acompañante sentía dolor, era también doloroso para él mismo.

Por ello volvió hasta él, le tomó de los brazos y le sujetó hasta obligarle a quedarse de pie. Después le movió las piernas, pero su aprendiz no era capaz de repetir los movimientos por él mismo y se caía. Repitió la operación varias veces, pero siempre con el mismo resultó. A Viael le resultaba muy enervante, ¿cómo era posible que el otro no pudiera hacer aquello que él había aprendido con tanta naturalidad? Comprendió que así no conseguiría nada, así que se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Lentamente.

Volvió la vista y vio la angustia con que le miraba. Sintió dolor, pero decidió seguir adelante. La siguiente vez que giró la vista vio que el otro, tembloroso, trataba de mover los pies para imitar sus movimientos. Parecía que estaba funcionando, así que Viael siguió adelante. Después de muchos pasos en falso, y alguna caída, su compañero comenzó a andar tras él.

Conforme su perseguidor iba ganando habilidad, Viael aceleraba su paso. Sabía que esto sería frustrante, pero era la única forma de enseñarle. Después los difíciles momentos iniciales, se encontraron corriendo uno delante de otro.

Así hasta que Viael subió al borde del cráter.

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