viernes, 16 de noviembre de 2007

Adoptados

Los dos compañeros estaban volando juntos cuando vieron cómo una luz se acercaba. Dentro de ella se veía a un ser muy parecido también a ellos, pero bastante más grande. Sonreía y se acercaba a ellos volando con sus grandes y majestuosas alas. Ambos le miraban atónitos. Nunca hubieran imaginado que existiera alguien en el Universo más allá de ellos dos.

- Saludos, niños. Mi nombre es Patiel.

- Saludos, Patiel -respondió uno de los pequeños-. Nosotros no tenemos nombre porque nadie ha tenido que nombrarnos nunca.

- No te preocupes, porque he venido a daros nombre y a presentaros a nuestra comunidad. Tú te llamarás Amarel, y tu amigo llevará el nombre de Viael.

Viael estaba sorprendido de que Amarel hubiera sido capaz de hablar con tanta soltura. Entendía lo que decían porque era una capacidad innata, pero nunca se había dado cuenta de que podían hablar.

Patiel creó de la nada ropa como la que él mismo llevaba, y vistió a los niños con ella.

- Tomad mis manos, os llevaré a que conozcáis a los demás.

- De acuerdo -respondió Amarel tomando la mano con una amable sonrisa-.

Viael cogió la otra mano de Patiel. Casi le dio vértigo pensar en las cosas nuevas que conocería. Estaba totalmente intrigado y desconcertado, pero también emocionado e impaciente. Patiel movió sus poderosas alas y se elevó con los niños por el cielo.

Dejó atrás la atmósfera, pero la falta de aire con el que impulsarse no le impidió seguir moviéndose a su antojo. Esto fascinó a Viael, que siempre había querido atravesar el espacio en busca de lugares nuevos. Tiró con fuerza de la mano y consiguió soltarse y después empujó a los otros dos para alejarse de ellos.

Intentó modificar su rumbo, pero al no tener puntos de apoyo lo único que consiguió es girar sobre sí mismo. Patiel le persiguió y le dijo en tono severo:

- ¿Pero qué haces? Tienes que venir con nosotros.

- ¿Cómo lo haces -quiso saber Viael-? ¿Cómo puedes volar sin aire?

- ¿Y cómo puedes hablar tú, si el sonido no se transmite en el vacío? Nosotros, aunque podemos interactuar con ella, no estamos sujetos a las mismas normas que la materia, pues pertenecemos a un estadio superior. Yo me impulso con mis alas porque quiero hacerlo, no porque haya aire o no. Pero no es algo que se aprenda en un momento ni que todos sepan hacer, pues nuestras habilidades difieren de unos a otros.

Cuando Patiel estaba a punto de tomarlo de nuevo, Viael aleteó con furia y logró escapar. Feliz por haber superado por fin esa limitación, comenzó a volar en direcciones aleatorias, mientras Patiel, luego de haberse recobrado de la sorpresa por la rapidez con que el pequeño había aprendido la nueva habilidad, le perseguía con Amarel agarrado en la otra mano.

- ¡Vuelve aquí! ¡Tenemos que irnos!

A Viael le divertía y llenaba de orgullo el que Patiel, mucho más experto que él, fuera incapaz de alcanzarle. Reía mientras el adulto trataba, enfadado, de agarrarle.

- ¡Para de una vez, por favor!

Esta vez era la voz de Amarel la que sonaba enfadada. Viael se quedó parado de golpe. No pretendía molestar a su compañero, y se sintió culpable. Le sentó fatal que la primera vez que Amarel le dirigió la palabra fuera parar reprocharle.

Patiel le tomó de la mano, esta vez con mucha fuerza y voló con los niños hacia su nuevo hogar. Viael miraba hacia adelante impaciente por descubrir lo que les esperaba. Amarel, sin embargo, miró con mucha tristeza el mundo que acababan de abandonar.

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